Crítica

Obsesiones, mecánica de sueños

El primero del siglo

Efrén Minero

Obsesiones, mecánica de sueños es el primer libro de narrativa que se edita en Tlaxcala en el siglo XXI, es también el libro ganador del Premio Estatal de Cuento Beatriz Espejo en su edición 2000, con un jurado del que eran miembros ni más ni menos que la propia doctora Espejo y su famoso esposo, el maestro Emmanuel Carballo. La reconocida exigencia de ambos escritores deviene, al premiarlo, en un importante reconocimiento al cuentario. Y sin embargo, no serían más que datos estadísticos, que por sí mismos no le otorgan un valor adicional al texto. Sucede como en la contraportada de un antiguo acetato antológico de Jimi Hendrix, Kiss The Sky (1984) donde Paul Diamond anota que el guitarrista medía casi 1.80 y en seguida ponía su cota: “esto es irrelevante [...] la estadística [...] es tan completa y bellamente carente de significado”. Menciono a propósito al legendario guitarrista zurdo porque en uno de los cuentos de Obsesiones… (Postales del infierno) Purple Haze, ocupa un lugar preponderante.
   En el caso de que nos ocupamos aquí, el libro de Reyes, esa doble condición que ostenta, primigenio y premiado, solamente apuntala un trabajo extraordinariamente bien ejecutado, en forma y sustancia, que vale por sí mismo. José Javier Reyes es poblano, y en esta sazón radica en la tierra de Xicohténcatl, el de la macana; como nuestro paisano el tlaxcalteca Alejandro Meneses lo hace en Puebla. Son cuestiones que, en literatura, no tienen mayor trascendencia, sobretodo cuando hablamos de dos ciudades vecinas y estrechamente unidas.
   El libro abre con Lo que queda de mí, como para que el lector sepa a lo que se enfrenta: Obsesiones, infernal mecánica de sueños que pueden devenir en pesadillas, satanic nightmares, que hacen que aquellas del viejo Alice Cooper parezcan las de Barney el dinosaurio (el hijo puñal de Godzilla). Esto va en serio, las pesadillas que presenta Reyes encuentran continuidad, se ensamblan, con las Postales del Infierno.
   Dos cosas son notables en este libro: la nada ordinaria mezcla de literatura fantástica, de temas repulsivos, de realismo hasta escatológico, de ingenio y de imaginación; y que puede presumirse que se trata de una colección de textos realizados en un extenso lapso y por eso muy madurados, muy “amarrados”, como dicen los músicos cuando los integrantes de un grupo tiene tiempo tocando juntos.
   La sensación de terror y repulsión que inició en Lo que queda de mí, sigue in crescendo, como un Bolero de Ravel satánico, con La cabeza, que burlonamente usa como epígrafe el refrán que dice: “dos cabezas piensan mejor que una”. Entre los mejores cuentos están Los traidores, Marchando fuera de la guerra y el que nomina al libro: Obsesiones, mecánica de sueños. Que señalemos estos cuentos no daña a los otros, porque en Obsesiones…  no hay puntos débiles, ni en el cuerpo de cada uno de los textos ni en la colección. La experimentación la percibimos a lo largo del libro, aunque es evidente y muy bien lograda en Diario del Che en el manicomio.
   Reyes demuestra un gran oficio, es un escritor que, como debería ser condición sine qua non, lee muchísimo, eso no se infiere únicamente del uso de los epígrafes, sino de la construcción de los textos y la habilidad para contar historias. La prosa es fluida y sin escollos. Los temas aparecen heterogéneos y eso es una cualidad.
   Las historias de Obsesiones… son en su mayoría tenebrosas, en el viejo sentido del término; se viven en penumbras, son incómodas, repulsivas; pero están contadas de tal manera que el lector no puede soltar el libro. Eso es oficio.
   En las Postales del Infierno hay, desde el cuento borgeano, con adecuado epígrafe de don Jorge Luis, incluyendo la secuela cortazareana-rúlfica en Leer a Rulfo, la narrativa fantástica en Un hallazgo, hasta el surrealismo de Morir de amor y el excelente Mi cadáver.
   En el estilo de Reyes caben los cuentos pigmeos que inauguró Monterroso, y que guardan relación con los haikúes poéticos: textos miniaturas que exigen grande consición, una estructura perfecta y poseer una esencia rica: El retrato, El patito feo, Metamorfosis, El extraño oficio del Diablo y El exorcismo.
Obsesiones… no es el libro que le daría a leer a mi abuelita ni a los seguidores del dinosaurio morado, pero fuera de ese selecto grupo lo recomendaría ampliamente, el lector exigente hallará placer en su lectura, el aprendiz de escritor contará casi con un manual para escribir bien.
   Indudablemente este tipo sabe escribir y contar historias. El Premio Beatriz Espejo, hasta la fecha, sigue bien asignado.

Reyes, José Javier
Obsesiones,  mecánica de sueños
Colección Los premios
Universidad Iberoamericana, Puebla / ITC
México, 2002

.
.
Inventario de sombras


Un libro que ejercita la imaginación

Dolores Castro

¿De qué oscura o encendida sombra nace un verso, un poema o la poesía? José Javier Reyes titula Inventario de sombras a este excelente libro, integrado con otros poemarios o poemas que él publicó en forma independiente; y que ahora reunidos tienen unidad, consistencia, pero sobre todo, poesía.
Consagración, su poema inicial, nos introduce en el ensueño: luz y sombra nocturnas convertidas en magia, en imágenes que envuelven definitivamente el espacio de la más viva imaginación y a la vez cautivan el oído con la melodía capaz de consagrar la atmósfera, de dar el tono definitivo, la imagen inesperada, mágica

“el roble palpitante
-apenas un racimo de luciérnagas”-

El lector de poesía encuentra un verdadero río caudaloso de emociones, y experimenta al sumergirse en él, al avanzar con él, los matices, las contradicciones del amor y sus giros sorprendentes en temas fundamentales en esta experiencia: amor y necesidad de olvido, pero ante todo la misma magia de las palabras que nos remiten a una parte de la memoria, capaz de navegar por puertos desconocidos y enfrentarse a la música del misterio:

“…impulsa al barco
que partió del puerto
de las palabras remotas
con las velas que la luna
cargó de presagios..”

Cuando José Javier Reyes emplea la enumeración como herramienta  literaria, nos encontramos a la vez con otro recurso retórico:la mención del todo por las partes:

“…lenta palabra,
semidesnudez de la lengua
brazos de lluvia,
extrañados olores
noche subterránea, inanimada
aroma en la calma.,
cabellos
colores
hilo de tinieblas que te ata.

Cuando el poeta se entrega al ritmo, escribe el poema Contradanza:
:
“Si sueño tu corazón
abro los ojos de espanto

Si murmuro tu nombre
El viento desata barcos”

 Las imágenes inusitadas se multiplican: “Pero la lenta bóveda celeste de mi pecho”…
“Toca mi hombro con la llama de tus dedos/ y podré recordar el latido de la lámpara”, y en el poema “Invocar el recuerdo: …”en las palabras anidadas en tu mente/ y en lo que no dije/ porque la lámpara deslumbrante con que sueñas/ ya lo había soñado”. Las imágenes sí,
deslumbrantes por su originalidad, por su capacidad de transformar la realidad en poesía sólo por la magia de una expresividad que es fruto de la inteligencia y el cultivo amoroso de las palabras. Por ejemplo, en Isla a la deriva “…me refugio en el espejo amenazador/ del milagro/ inútilmente olvidado/ en tus pupilas”.
Para comprobar su capacidad expresiva, podemos comparar en las tres versiones del poema Encrucijada, segunda estrofa:

“Pero no la luna sino el sol
atrapado en la red de la arboleda
tatuó de ramaje nuestras soledades”,

y en la segunda versión:

“Pero no la luna
el sol atrapado en la enramada
por los eucaliptos
dividió el mundo en sombras y sombras”

y la tercera versión, que indudablemente gana mucho en expresividad:

“Pero no la luna,
el sol
d e s p i e r t o
atrapado por la telaraña
de los eucaliptos
 cerró la puerta de las horas.

Si imágenes tan originales como las anteriores descubren la calidad de un poeta, su capacidad expresiva en temas que pueden ser tan mal concebidos en un erotismo que nada añade a la simple enumeración de datos, y aquí se comprueba en cambio, en el poema Solo/Bahía de piernas más blancas que tu arena-, que José Javier Reyes puede abordar temas diferentes iluminándolos siempre: “Qué lluvia espero/Si me siguen tus pechos húmedos/ y escucho el golpeteo/ de tus labios, cerrados como párpados…”
Como es frecuente efecto en causa de amor, la nostalgia, son temas subsecuentes: el olvido, como remate, en el poema Epitafio, cierra la primera parte de un libro que unido a la luminosidad de las imágenes nos descubre la gran habilidad de su autor para estructurar los poemas y darles unidad, emotividad en el ritmo que complementa las imágenes, en la intensidad de las emociones expresadas.
La imaginación, la capacidad de realizar aproximaciones de vivencias poéticas, y finalmente la habilidad para convertir lo más sencillo del lenguaje en poesía, se hace evidente en el siguiente fragmento:

“Perdiste el habla clara de las charcas
y no decías estrellas
sino ojos de la noche
ni cama
sino horizonte de la duda
ni sexo
sino danza del sueño”

Sueño que produce “la avergonzada miseria de nuestro amor”
Mapa de Estrella Náufragas, tercera parte del libro, introduce en Moderato, y con éxito, la distribución de las palabras en la página para darle nuevas posibilidades gráficas y de múltiple lectura. Construcción de la ciudad, poema que dedica el autor a List Arzubide, tiene reminiscencias “estridentistas” encarnadas con originalidad: “Como el mundo es plano/ y para verlo sólo tienes un ojo/estás en el centro de la tierra/ frente el medio círculo/que abarca tu mirada./ En el espacio rectangular/ha surgido la línea del horizonte”.
No era Necesario/ Ahí estabas/ esperando, es el título de un poema dividido en cinco partes, cada una de ellas se inicia con el verso “No era necesario inclinarme. Este recurso de reiteración se combina con una serie de variantes, de la segunda a la quinta parte, que van
Dando una secuencia emotiva, desde un ánimo sereno, hasta convertirse en inquietud, angustia, amor y soledad.
Polaris, un hermoso poema de amor y ausencia y nostalgia: “Si estuviera aquí/ mis palabras serían más que palabras/ mis manos más que sombras/ mis caricias más que simulacros.
Poemas de diferente factura dan paso al final de un libro sabio en retórica, pero más sabio en aliento poético. Por ejemplo, El Oasis, poema de pocas palabras y mucha poesía.
Menciono especialmente El Oasis. De sencillez ejemplar:  “… Ave,/En los espinos/ canta el viento / El color del olivo/ El color del olvido”. También los poemas que construye en combinación con la página en blanco y las letras de la palabra distribuidas de acuerdo con el significado. Por ejemplo “La gran torre se derrumbó en silencio”, y efectivamente se derrumba ante nuestros ojos. El recurso es más gráfico y creativo.
En El Sol rojo roe la araña. y Autopsia, poema que se inicia con los recursos antes mencionado, gráficamente, pero continúa formalmente como verso libre sin las características anteriores. Al terminar de leerlo diremos como expresó el autor:

No hay duda:
Es el cadáver del Che Guevara.

Otro tanto ocurre con el penúltimo poema, Cocodrilos en el Zahuapan, memorioso, construido con todos los recursos formales, tradicionales pero también con los innovadores y con el empleo de aciertos expresivos constantes: “¿Cuántos cocodrilos lloraron/ para inundar al Zahuapan de lágrimas?”
Mis últimas palabras cierra con broche de oro, y con clásico humor negro mexicano masculino y erótico este singular libro.
En síntesis: Inventario de sombras es creatividad expresiva, originalidad emotiva, de un poeta, José Javier Reyes, que ha llegado a la madurez de su poesía. Un libro que ejercita la imaginación, la emotividad y ganará muchos y entusiastas lectores.


Reyes, José Javier
Inventario de sombras
Colección Letra plástica
 ITC - Conaculta
México, 2003



Despojos

Un mundo donde los monstruos son parte de la cotidianidad

Angélica Minor
Pero cuando la Sibila
sostuvo mi cráneo de cristal bajo la luna,
cuando lanzó mis clavículas
a través de las estrellas de Acuario, dijo:
Vives
bajo el signo
de la Osa, que camina con torpeza por el caos
en su grasa estelar:
pobre tonto,
pobre horqueta
de manzano, sentirán troncharse
todos tus huesos
sobre las aguas sagradas que nunca beberás
Galway Kinell

“Dejo que la pintura sea el testimonio de este minucioso crimen”, dice José Javier Reyes en su libro Despojos.
Estamos en un mundo donde los monstruos son parte de la cotidianidad en todos los niveles. Me refiero no sólo a la similitud de estos Despojos que concuerdan con el Libro de las Pesadillas de Kinell, sino también a la narración con la que se abre este texto, “Este amor lleno de granos”, que se encuentra entre lo que es y lo que deja de ser. Un mundo violento de bacterias que luchan por su sobrevivencia. 
Es una manera original de plantear una temática que va más allá de lo material, imbricada en lo psicológico. Una lucha entre el deseo y sus consecuencias. También con esta historia nos podemos remitir a la náusea que nos provoca la escena de los dos hermanos que brindan refugio a Juan Preciado en la historia de Pedro Páramo
De esa manera nos topamos con otro personaje de otra historia que encuentra una forma de sobrevivencia en “Jack”, donde la realidad supera toda forma creativa de literatura y, sin embargo, dicha realidad es fuente de inspiración. Aquí se muestra el revés de una vida que no quisieran experimentar nuestros sentidos, cual corremos el riesgo de caer en un fondo que tal vez no tenga regreso. 
Reyes nos muestra, a través de la narración creativa, una ventana para sumarnos a esta otra realidad que, a pesar de lo cotidiano que resulta, muchas veces negamos y tratamos de olvidar con diferentes distractores que anestesien nuestra conciencia. 
En “Odisea” encontramos la risa como una manera de restaurar, si es que se puede, la tragedia del olvido. 
“El ermitaño” es sin duda una de las realidades más brutales de nuestra sociedad actual, un espejo donde se reflejan parte de nuestros despojos, que tiene como consecuencia la aniquilación del ser. Cito: “esperó en vano un ascenso que jamás llegó (...) pero tampoco el despido". Es como el experimento que se hace con el ratón, que para que se mueva se ejerce tortura sobre él, hasta que llega un momento en que se queda estático. 
Entonces los sueños se petrifican hasta el grado de convertirse en verdaderas pesadillas. 
En “Matrimonio”, encontramos uno como centenares a la manera de la narración de José Javier Reyes. Lo mismo que en “La mujer de mis sueños”, ¿quién no ha soñado con tener en la cama alguien diferente a quien le tocó?
“Un mal sueño” es una manera kafkiana de la realidad donde no hay fronteras. 
La muerte está presente en todas sus formas: muertos en vida, cadáveres que se comunican a la manera de María Luisa Bombal con su obra La amortajada y Pedro Páramo, de Juan Rulfo o El obsceno pájaro de la noche, de José Donoso, donde lo monstruoso se contrapone con una realidad diferente. y cuestionable. ¿Cuál de las dos realidades es la que se salen del canon? Pero alguien lanza una piedra
“Cielo rojo”, donde la lluvia se convierte en sangre que alcanza a todos los presentes; nadie se escapa. 
“Iniciativa de ley”: el sol está enfermo. Es entonces que se habla de enfermedades cósmicas. Un texto futurista. 
“La pintura considerada como un bello crimen”: todo tipo de arte es una manera de cometer un crimen, incluyendo las letras. José Javier plantea el crimen en la pintura, un crimen certero con tintes de traición. 
“Me caí de la nube” nos hace soñar que lo real tiene algo de mágico, se traslapa entre lo que quisiéramos que fuera y nuestra realidad empobrecida y desesperanzada.
“El más pequeño de sus hijosla historia por la que muchos habrían sido excomulgados y puestos a disposición de la Inquisición, como lo fue María Celis cuando el clero conoce su diario íntimo. No voy a ahondar en detalles, pero es un texto muy fuerte para la época de la Colonia. 
“El otro”: o los otros, es una manera de protegernos, escondernos de nosotros mismos para esconder nuestras heridas, como lo plantean Freud o Carl G. Jung, con la mitología de las máscaras. “¿Quién soy”. 
“Mi gatito” cuento infantil cargado de ternura amarga.
Al final, “Todo es como una pesadilla”, a la manera de Galway Kinell.

Despojos


Lúdicamente crudo

Claudio Cirio Romero

La narrativa de José Javier Reyes te hace vivir el relato.
Afecto a lo oscuro, a lo lúdicamente crudo y descarnado, casi siempre logra atemorizarnos un poco con su ficción realista. DESPOJOS (2018) es, pienso, lo más logrado de su estilo personal. Un escritor que juega con los temas más insólitos o inverosímiles con una fórmula relativamente sencilla: llevar al significado literal lo metafórico y construir a partir de ello cuentos y minicuentos que si no te arrancan una sonrisa de complicidad es porque no sentiste estar en cierto modo en la trama.



Reyes, José Javier
Despojos
Colección Parián
 IMACP- Editorial 3 Norte

México, 2018